viernes, 12 de octubre de 2007

Al fin y al cabo, ¿qué es todo nuestro mundo para las estrellas del firmamento? Qué piensan ellas de nuestro planeta diminuto, me pregunté, un planeta lleno de alocadas yuxtaposiciones, de ocurrencias fortuitas, luchas interminables y delirantes civilizaciones desparramadas sobre su faz, unidas no por voluntad, fe ni ambición comunitaria sino por cierta nebulosa capacidad de sus millones de habitantes de no pensar en las tragedias de la vida y lanzarse una y otra vez a la felicidad, tal como lo hacían los pasajeros de ese barquito, como si la felicidad fuese para todos los seres tan natural como el hambre, el sueño, la necesidad de amor o el miedo al frío. Me elevé cada vez más alto hasta que ya no pude ver la nave. Se interponían nubes entre mí y el mundo de abajo. Y arriba ardían las estrellas en su fría majestuosidad, y por una vez en la vida no las odié.
El Ladron De Cuerpos, Anne Rice
...::Amelia::...

No hay comentarios: